...es ese puercoespín lleno de púas y suaves pliegues. Carajo, estaba enamorado del DF. Otro amor imposible a la lista.Una ciudad para querer, para querer locamente. En arrebatos...
-Hector Belascoarán Shayne-

>> jueves, 31 de diciembre de 2009

Ya estuvo bueno de este güey escribiendo, no?

Al menos este año...jaja, Bohemian Rhapsody....by The Muppets, buenas noches.

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>> lunes, 28 de diciembre de 2009

No cariño, no estás enferma, no estás deprimida. No es el frio, no le temes a la oscuridad. Sí, es el desamparo, la ausencia física, la angustia que sientes por ese chico, el ausente, el que quieres esta noche junto a ti. El mismo que está acostado en su cama, a cientos de kilómetros de ti, recreándote, congelándose en el invierno de tu ausencia, pensándote, soñándote, deseándote para sí, ¿lo ves?

Sienten lo mismo el uno por el otro.

Ahora explícame una sola cosa ¿Por qué siguen siendo sólo amigos, si ambos se aman?

(Tus ojos son claros, los suyos inocentes, no es difícil darse cuenta de eso)


Sin titulo por el momento, siempre escribo, los titulos...soy malo elijiendolos, buenas noches.

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3:45

>> domingo, 27 de diciembre de 2009

Hoy le toca turno a Sandra, la veré a las seis de la tarde en punto, en el ángel de la independencia. Como es mi costumbre, llegue a la avenida treinta minutos antes, para dar alguna vuelta, hojear algún libro, sonreírle a alguna chica, pasar algún rato sólo. En cierto momento vi a un chico que arrastraba (llevaba) a una chica completamente ebria a la avenida, lo conozco, trabaja en un bar cercano, la conquista de esta noche, supuse. En la otra acera, delante de mí, la chica de hace dos meses. La del Kahlúa Bar…que ojos…que labios…que pechos…que error. Es transexual…..con aluna piedra debí tropezarme algún día, ¿no?

Así, caminando sobre Insurgentes, a la altura de la zona rosa escuche una canción que ha sido mía desde Rebeca: “Con alguien mejor”, de Los Estrambóticos.

Es toda una historia, y sé quienes me leen la conocen, así que no será necesario agregarla a esto. Solo diré que se resume en cuatro minihistorias, en cuatro llantos, en un intento de suicidio y en incontadas (si, escribí “incontadas”, no “incontables”, contar sexo es de mala educación) noches en hoteles, departamentos, casas e incluso ríos…Lo cual termino creando una duda en mi cabeza. ¿En verdad hay alguien mejor? ¿Sí? ¿En qué?

Recuerdo a un chico, atleta, adinerado, de buen andar…”bonito pero estúpido”, con quien me quiso olvidar la chica S, él me odiaba y yo lo sabía. Un día, en una fiesta en la que coincidimos, ella me vio, yo no. El pinchador comenzó a mezclar canciones de La Cuca, La lupita, Los Estrambóticos, El Gran Silencio, Panteón… aunque algo más pincho mi espalda después de cuarenta minutos.

Reconocí la canción en los primeros versos y reí al recordarla, ya tenía a cuestas dos historias con ella, nunca creí que esa noche se sumaría una más.

En pleno trago de Red Label sentí una presión en mi zona lumbar, al darme la vuelta reconocí los risos de ella, las esclavas de oro de él, los ojos almendrados de ella, aderezados con ternura, que me veían como en nuestros tiempos (había culpado a los tres whiskies de la noche, hasta las tres cuarenta y cinco de la mañana).

-Es tu canción Vícto…- Lo único que escuche antes de que los labios de él asesinaran a la R de mi nombre en los labios de ella. Se fueron juntos, él con esa hermosa sonrisa estúpida en los labios, ella con los ojos viéndome a través de los parpados. Sentí un par de manos que jalaban las solapas del saco hacia mi derecha- No te preocupes cariño, yo te daré lo que esa perra no te d…- otra frase agonizante y un par de labios tintados de azul sobre los míos. No me costó trabajo encontrar a alguien…pasaron tres horas, risas, bailes, un par de besos subidos de tono y debajo del cuello…(supongo que el morado se notara cuando lave el azul sobre mi piel)

Terminamos la botella, me despedí de los amigos, y de la chica de nombre desconocido que bese esa noche. Llegue a casa, me desvestí, lo único que quedo sobre mi fue el collar de conchas y el dolor de cabeza. Cuando estaba por acostarme vi luces intermitentes en el celular, que indicaban un mensaje en el buzón de entrada. Eran las tres cuarenta y cinco, el mensaje de las dos de la mañana, media hora después del teatrito arriba descrito.

Prdnam hectr staba muert d cls, no soprta q habl d ti, t vio y m dijo q keria q te nclara, me obligo a hacr sto, qando salimos disqtims, c enojo, m grito, lo trmine y fue peor, c fue y m dejo ahí fuera, tom 1 taxi para llegar a ksa, t ncsito a ti t kiero, llamam X favor

-Es muy tarde, ya debe estar dormida, la llamare a primera hora de la mañana, espero no haga una tonteria. Ahora sólo quiero dormir y quitarme el labial azul de la boca, del cuello y del pecho- Dije a mi pared antes de tirarme sobre la cama y apagar la luz.

Y entonces, cuando me llega un mensaje de texto (una llamada, un golpe en la puerta) entre las tres y cinco de la mañana, es cuando sé que el otro no era mejor; que no dejo de ser “ella” por mi, simplemente se complemento; que le sigue importando esa tarde; más importante que las últimas dos: que me sigue extrañando.

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50 errores

>> sábado, 26 de diciembre de 2009

Este si...este también...ni hablar de este...etse no...este tampoco... en este nunca había pensado...

Chicas, un par de consejos....no diré más...Bueno si, chequenlos, piensenlos...lo demas ya es su bronca.

La Política del Coger - 50 Errores que las mujeres cometen al tener sexo – escrito por una mujer

1. Suponer que él puede tener una erección durísima cuando te conviene. Al contrario de la creencia popular, los hombres no pueden tocar un switch para erguir su pene porque tú decidiste dejar de ser una perra frígida. Hacer que tenga una erección es tu responsabilidad. Sugiero que averigües cómo hacerlo.

2. Pensar que besar necesita ser algo dulce y bonito todo el tiempo. A veces presionar tus labios contra la boca de tu pareja mientras te excitas es lo máximo. Depende de la situación.

3. Dejar que él sea responsable de tu orgasmo. Tú sabes lo que te excita. Dile. Si no lo haces, es tu culpa cuando está roncando y estás volviéndote loca por falta de satisfacción sexual.

4. Esperar que se abracen. Los hombres y las mujeres son diferentes. El sexo hace que la mayoría de las mujeres quieran hablar y crear un lazo íntimo y todas esas tonterías. Eso hace que los hombres se desmayen. Es algo biológico. Deja de luchar contra ello, y deja de echarle la culpa. No es su culpa.

5. Esperar que se duerma contigo en sus brazos. Esa mierda se vuelve incómoda después de un rato. Un poco de abrazos no es irracional, ¿pero cuando se trata de dormir? Un brazo colgado por tu hombro debe ser suficiente.

6. Esperar que él siempre te inunde con encanto y romance. A veces es bonito. A veces. Pero esperar que siempre sea como de rosas y velas es como esperar que tú te portes como estrella de pornografía todo el tiempo. Si no estás dispuesta a hacer eso, no esperes que él cambie para ti.

7. Ser egoísta en la cama. Sin importar la mierda que nos obliga a creer la revista Cosmopolitan, es sexo NO sólo se trata de nosotras. Supéralo.

8. Usar Cosmopolitan como Biblia del sexo. No sé quien inventa la mitad de esta mierda, pero estoy bastante segura que necesitan terapia.

9. Quejarte cuando el empuja tu cabeza hacia su pene en vez de acariciar tu pelo. ¿Sabes por qué está empujando tontita? Porque no lo estás haciendo bien, y aparentemente has ignorado las demás insinuaciones que te ha dado. Presta atención a las señales que te está mandando.

10. No moverte para nada. La posición del misionero (con el hombre encima) no es una excusa para no hacer nada.

11. Esperar que él se desvista con algo de gracia. Él está a punto de conseguir concha. Conténtate con que se quitó los pantalones por completo. Si te importa tanto, desvístelo tú.

12. No afeitarte las piernas. No soy muy buena para esto tampoco. Pero si quieres que tu hombre no tenga una barba rasposa, debes sacar y usar tu maquinilla de afeitar.

13. Permitir que tu ingle huela como la jungla amazona. Si, la depilación con cera duele. Si, algunas personas no quieren estar sin vellos. Está bien. Si te gusta el vello, bien. Si tienes piel sensible y no te puedes afeitar, lo siento por ti. Pero por amor de dios, corta ese vello si quieres que él pase tiempo por allí abajo.

14. Suponer que el sexo significa una relación. La única relación que tienes es que ahora ha metido su pene en tu concha. Allí termina todo a menos que se diga lo contrario.

15. No hacer el sexo oral sólo porque estás en tu mes. Él no lo hacía. A menos que quieras que él no haga sexo oral por causa de sus propios altibajos hormonales, sugiero que te compres unas rodilleras.

16. Esperar que él averigüe lo que te gusta según los sonidos que haces. Usa tus palabras. ¿Alguna vez has escuchado cómo suenas cuando estás teniendo sexo? Si te escucharas en un casete, y alguien te pidiera una explicación de lo que causa un sonido u otro, 67% de las mujeres respondería con respuestas como "Me golpeé el dedo del pie" o "Subí por unas escaleras" o “Estaba instalando tablaroca”.

17. Dejar que los condones sean responsabilidad de él. Si eres activa sexualmente e insistes que él use un condón, sugiero que compres una caja y que la mantengas junto a tu cama. No todos los hombres los tienen a la mano, y es tanto tu responsabilidad como la de él. Si piensas que eso te convierte en puta, no debes tener sexo. Regresa a la escuela.

18. Si te pones nerviosa cuando él habla con palabras sucias. Un poco de fantasía puede ser bonito. Si él te trata con respeto todo el tiempo, no debes de ofenderte cuando te llama su pequeña putita sucia. Cuando te dice puta y que te vengas, es su manera de mostrar que le importa si te satisface. Deja de ser delicadita.

19. Negarse a ser espontánea. Sé que esto suena escandaloso pero a veces el sexo FUERA de la recámara es divertido.

20. Despreciar un rapidín sólo porque no es un lento maratón sensual. El sexo es algo dinámico. Hay una energía cruda impresionante cuando sólo tienes 20 minutos pero necesitas a alguien tanto que lo haces medio vestida contra una pared. Reajusta tu pensar.

21. Ser demasiada refinadita como para decirle qué es y qué no es aceptable antes de tener el sexo. Sé honesta. Si él pregunta si puede darte un pinchazo en el trasero, y te ríes y dices "no" como si fuera una invitación, no te sorprendes cuando él "accidentalmente" pone su pene en tu trasero.

22. Esperar que él te desvista. Me pongo un sostén casi todos los días. Sé sin duda que quitarlo no es siempre fácil. Ayuda al hombre.

23. Desvestirte en la oscuridad. Si eres tímida, baja las luces, pero dale al hombre algo que ver. No debes quitarte la ropa de prisa y luego esconderte de repente bajo la colcha tampoco.

24. Negarte a estar encima. No hay por qué los hombres deben hacer todo el esfuerzo todo el tiempo.

25. Tener esa expresión aburrida en tu cara. Los hombres se fijan en lo visual comparado con las mujeres. Dale algo que ver. Ponte encima y arquea tu espalda un poco. Muévete. Haz algo para indicar que 1) no estás muerta y 2) no has sufrido una apoplejía menor que te haya dejado sin poder moverte.

26. Esperar que haga todo el tocar mientras estás encima de él. Es tu cuerpo, estás acostumbrada a él. Juega con tus tetas, frota tu clítoris, haz algo para que su trabajo sea más fácil.

27. Tener demasiado miedo para guiar la mano de tu pareja cuando te está tocando. ¿No te gusta la manera en que lo está haciendo? Toma su mano con suavidad y muéstrale cómo te gusta.

28. Meterte a la cama con él, desnudarte, fajar y luego decidir que sólo quieres que se abracen, luego ponerte ofendida cuando él quiere más. Es tu decisión detenerte, pero no te pongas toda sorprendida cuando lo confundas. Lo tienes desnudo en tu cama, ¿Qué más pensabas que iba a pasar?

29. Negarte a dejar que él tome el control. Así que eres feminista. ¿Y qué? Dejar que él tome las riendas no hace que lo seas menos.

30. Negarte a tomar el control. Está bien gatear, cruzando la cama para empujarle hacia abajo y echarte encima. No es su responsabilidad iniciar las cosas todo el tiempo.

31. Olvidar que él tiene un cuerpo que le gusta ser tocado también. Los hombres tienen cosas como espaldas, hombros y panzas y otras partes que son agradables para besar y tocar. Pierdes muchas partes buenas al enfocarte sólo en su pene.

32. No hacer caso a sus testículos. En serio, allí están. Bésalos, lámelos, chúpalos, ten una relación con ellos, pero hazles caso.

33. Abandonarlo antes del final. No hay nada peor que cuando una chica excita a un hombre y luego se va porque no quiere complicaciones.

34. Salir con todo un discurso sobre no ser un objeto sexual cuando él intenta coger tus senos. Por dios, sólo une uno con el otro y disfrútalo. Tendrás una hermosa vista.

35. Esperar que él te trate como una muñeca de porcelana. Detesto dar malas noticias pero no te vas a romper hermana. Hacerlo contra una pared te da un moretón en el hombro. ¿Y qué? Míralo después y ríete del recuerdo.

36. Negarte a tratar de hacer otras cosas en el nombre de "hacer el amor". No estás haciendo nada. Estás desnuda con otra persona. Haciendo muecas y sonidos extraños. Deja de convertirlo en algo romántico.

37. No tomes las cosas demasiado en serio. El sexo es divertido. En realidad es divertidísimo. En algún momento, alguien se va a caer de la cama, va a golpear su cabeza con una lámpara, patear a un enano o tropezarse encima de una cabra por accidente. Es como te enfrentas a todo eso, lo que de veras importa.

38. Quejarte como arpía cuando él sugiere un sexo entre tres. Es el sueño de muchos hombres. (Sé que mi ex está leyendo esto ahora, así que haré una rápida interjección. Una petición de sexo entre tres está bien. Hacerlo cada 5 minutos no lo es. Hay que saber la diferencia.)

39. Seguir haciéndole el sexo oral a un hombre cuando sabes que tienes la boca horriblemente seca. En serio. Agarra una botella de agua.

40. Uñas. Es una cosa trazarlas por la espalda de tu pareja. Es otra cosa cuando agarras su mercancía con unas garras.

41. Quejarte cuando te deja algo de su leche encima. Estás teniendo sexo. Esas cosas pasan. Esa es la finalidad. Aclara dónde sí puede y dónde no puede eyacular su leche y déjalo así. Acuérdate, cierra los poros de la piel.

42. No hacer nada de sonidos. Gime. Grita su nombre, o algo para que él sepa que es el mejor que has tenido, incluso si no lo es.

43. Fingir los orgasmos. No lo hagas. Al fingir un orgasmo (SI te cree) él piensa que hace todo bien. Y si él no sabe lo que no funciona, no lo va a cambiar. Empezar un círculo vicioso de sexo no gratificante eventualmente dañará a su ego.

44. No asearte antes del sexo. Sé que el sexo es algo espontáneo, pero esto es más bien una afirmación general. Si no te has bañado ese día, y las cosas huelen un poco a … mariscos… exigir el sexo oral es un poco ridículo de tu parte.

45. Cualquier cosa que involucre insertar algo en su cuerpo que no sea aprobado específicamente de antemano. No me importa lo que dice Cosmo, algunas cosas simplemente no son gratas sorpresas.

46. Negarte a usar aceites / crema batida / otras sustancias sucias pero divertidas porque tienes sábanas finas egipcias de algodón que fueron hechas a mano por la única persona capaz de duplicar ese mismo patrón. Se pueden lavar.

47. Hacer todos tus preparativos para dormir antes de tener el sexo. Sí, dormir con maquillaje puesto es malo. Pero ahora no es el momento para quitártelo. Puedes hacer algo mejor que eso. Y en realidad, coger con tu montón de pelo debajo de una redecilla y con crema para el acné en tu nariz no es la gran maravilla.

48. Limpiar después del sexo. Limpiar su leche es una cosa. Pero cambiar las sábanas de inmediato para poder ponerlas en la lavadora y luego desinfectar todo lo que tu cuerpo desnudo pueda haber tocado no es la manera de hacerlo.

49. Hacer todo un alboroto si él pierde una erección. Esta no es una interrogación o juego de 20 preguntas. Pasa. Lo más probable es que él está mortificado por que tú NO estás ayudándole. Abstente de usar frases como “pasa a todos”. Sólo cambia a otras actividades hasta que su pene se ponga duro de nuevo, y si no pasa, excítate de otra forma con él. Él todavía puede estimularte. Mascullar “Olvídalo” y luego darte una vuelta no está bien.

50. Hacer preguntas justo después. Es el equivalente para las mujeres de decir "¿te gustó?". Ahora no es un buen momento para preguntar “¿Qué significa todo esto?”. En ese momento, lo más probable es que significa que necesita tomar algo, ir al baño, y tomar una siesta, quizá no en este orden.

Tomado de aca http://tweekerchick.blogspot.com/

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De divanes, pezones...perdones

>> miércoles, 23 de diciembre de 2009

Ayer, en la mañana y en el hospital vi a mi antigua psiquitra. Por estas fechas, el año pasado, estaba sentado frente a ella ignorandola levemente "Ese muchacho tiene problemas con las figuras de autoridad, las reta demasiado, bla bla bla". No pude evitar escribir algo al respecto.
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Si me dices que el estornudo de un koala huele a eucalipto, ¿tengo que creerte?

Si te digo que soy claustrofóbico de mi mismo cuerpo, ¿tengo que creerme?

Si te creo más grande que yo, ¿tengo que crecerme?

Me hablas para que yo te hable. (Preguntas/Contesto a veces al revés). Tomas notas en un lenguaje distinto al mío. Te metes en mi cabeza cuando quieres y aprietas todos los botones con guantes de látex.

Cruzo las piernas como sólo saben cruzarlas los monjes del Tibet (y yo). A través de la mesa de cristal escribes mis gestos en folios blancos y alineados. Todo está limpio. El consultorio de un psiquiatra es el lugar más aséptico del mundo. Me miras y sueltas la pluma. Fijo la vista en tu escote. Para vivir de un diván tienes un par de pechos estupendos.

- ¿En qué piensas? - me preguntas.

- En koalas - te miento.

De repente estornudas y de tu boca sale volando un chicle que acaba pegado en una pluma de mi atrapa-sueños (de hoy en adelante se llamará atrapa-chicles también). Lo tomo, es de eucalipto.

- Perdón - me dices tomándolo de mi mano.

- ¿Pezón? ¿qué pezón? - suelto extrañado.

- He dicho "perdón". ¿Por qué has entendido "pezón"?, ¿en qué estabas pensando realmente, David?

- Anoche soñé que era un faquir tumbado en una cama de pezones.

- Te lo estás inventando. Acabas de morderte el labio.

- No te soporto.

(Silencio)

- Se está acabando tu tiempo por hoy. ¿Alguna cosa más?

- Sí. Últimamente me siento desproporcionado.

- Bien. Prosigue - me dices cogiendo de nuevo la pluma. Escribes.

- Mi carcasa nunca se amolda a mi maquinaria. O me siento grande por dentro y me
aprieta la piel, o me siento pequeño y me sobra pellejo. En cualquier caso creo que sufro de "claustrofobia corporal". ¿Eso existe?

- Ya son las ocho.
Saco de la cartera un billete de quinientos pesos y un par de cien, los dejo sobre la mesa y me levanto.

- Hasta el viernes, David. ¡Felices fiestas!

- Sí, claro.

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K y J

>> lunes, 21 de diciembre de 2009

Comían en aquel restaurant argentino, el que tenía en la fachada al personaje favorito de J. Ese que juntos habían descubierto tiempo atrás en una tarde lluviosa. Cuando el amor se escurría y se derramaba como las gotas que descendían de sus cuerpos. Cuando el amor se reflejaba en el brillo de los ojos hermosos cafés de K; en el semblante radiante de su rostro, en el calor eléctrico que recorría su espalda; en el constante murmullo que reclamaban sus pieles para tocarse una y otra y otra y mil veces. En las miradas lúcidas y platónicas de ambos. Cuando escuchaban violentamente los golpes del corazón como gritos del tiempo resurgiendo segundo a segundo. Cuando los labios de K y J se entrelazaban y, las horas eran suyas y, el tiempo se detenía. Y algo se contraía (o todo lo hacía, tripas, neuronas, músculos, seres), y cuesta respirar. Maldito amor. Se vive caminando sobre una cuerda angosta y rígida, al borde del abismo.

Aquella noche, las cosas eran distintas, poco quedaba de las sensaciones antes descritas. La intensidad se desvanece, la rutina desgasta, la costumbre es lamentable. El amor expira, caduca, desaparece o, se vuelve blando, débil, molesto, pesado.

Esperaban la comida. K, se entretenía con el celular, hacía figuras con los cubiertos, jalaba y acomodaba el mantel. J, por su parte, fijaba la vista en un punto inexacto, ahí donde comienza la nada.
Comieron sin decir una palabra. Eran un silencio aterrador, largo, eterno, sin fin. Un ambiente frío, desolador, distante, separaba a K y J en aquella mesa. Sus miradas apenas se cruzaron. Un paño cubría el brillo de sus ojos hermosos cafés de K, su rostro era inexpresivo, duro, ausente.

De pronto, J tuvo un sobresalto, un presentimiento, un “algo”. Había llegado el momento. Era la hora de poner fin a la relación. Abandonaría a H esa misma noche. No regresaría a la casa que juntos habían compartido meses, horas y minutos y segundos. Hacía tiempo que esa idea le martillaba la cabeza, ¿por qué esperar a que todo se queme lentamente? No demoraría más.

Comenzó a buscar las palabras precisas, las palabras correctas, palabras que no fueran a herirla. Pero en estos casos no hay palabras de esas, no existen. Estaba decidido. Armaba en silencio oraciones sencillas para expresarle que no se trataba de K, que necesitaba un tiempo para estar solo y, todas esas justificaciones que caracterizan a los cobardes. Por qué J lo era, era un cobarde, un tipo como cualquier otro, confuso, inestable, miedoso. Prefería abandonar la paz, la tranquilidad, la seguridad, el cariño y el amor de K, a cambio de incertidumbre, a cambio de nada. Huir finalmente.

Imaginaba la escena, K llorando desconsoladamente, J tratando de dar explicaciones más sutiles que aliviaran su dolor. Sintió un gran alivio imaginar lo contrario, K reaccionando de manera serena y tranquila, como si K también lo estuviera esperando.

J pidió la cuenta. El tiempo se agotaba, era el momento. Respiro hondo, busco la mirada de K, un ligero brillo volvió a resplandecer de los ojos hermosos y cafés de K. J mantuvo la mirada, los ojos de ambos de inundaron de lágrimas. K sonrió, se acercó a J, tomó una de sus manos y se acerco lentamente hasta unir sus labios con la mejilla sin afeitar de J. Fue un beso grande, besos que solo se dan cuando son los últimos. Cuando se separaron, K pronunció las primeras (y unicas) palabras de la noche: “Vámonos de aquí, llévame a donde quieras y hazme el amor despacio, toda la noche”. J envolvió los brazos sobre la cintura de K y, se fueron.

Epilogo:
El coche de J aparca fuera del departamento a espaldas de Parque Delta, son las diez de la noche. La vida vuelve al motor del Minicooper a las seis menos quince de la mañana, J lleva una maleta con un par de jeans, un par de camisas y el cuaderno de notas. Fuera de la maleta, en la mejilla, lleva una lagrima; en la garganta, un nudo; en el pecho, dolor; en los pies, pesadez y en la cabeza, la certeza de que no hay vuelta atrás.

En el porche del edificio se encuentra k de pie, con una bata sobre el cuerpo semidesnudo, húmeda, llena de aquella alquimia que sólo J y ella logran producir, con la misma lagrima de J pero en la mejilla contraria (uno es el complemento del otro hasta el final).

Ve el coche arrancar.
Ve el portón entrecerrarse.

Les duele.

Cierra completamente el portón de hierro y se desploma, llorando
Acelera, llega a algún sitio con transito pesado, estrella su frente contra el volante, llorando.
____________________________________________________________________________Chic@s, esto NO pasa en la realidad, buenas noches.

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Afinando...

>> martes, 15 de diciembre de 2009

Recuerdo la primer noche cómo manager de “The Crow Songs”, la banda de una amiga del CCH, tuve que cargar con la mitad del equipo en el golf que acababa de comprar. Cerca de las dos de la madrugada terminamos de desmontar el equipo y de llevarlo, entre cadáveres de botellas, al coche. Media hora más tarde había dejado al baterista, a la vocal y al bajista en sus casas, para la tres de la mañana descargaba los amplificadores en casa de Maribel (mi amiga).

-Va moko, nos topamos mañana.
-Chido moka, se la riffaron tocando.

Prendí la radio y conduje hacia la carretera. Al pasar por un túnel la radio se fue y entre la estática escuche un Tic-Tac que no era de un reloj, busque bajo el asiento del copiloto y encontré el viejo afinador de Mari.
Al llegar a mi casa (entre las cinco y seis de la mañana), con ocio y taurina en mi sistema, buque en el aparatito (y en mi cabeza) alguna utilidad práctica, mientras preparaba algo de comer. En esto, y aprovechando que la comida aun no se calentaba, me lo acerqué a la boca y solté:

- Dooooo...

En la pantalla del aparato apareció un signo "+" que, supuse, me indicaba que tenía que subir el tono hasta alcanzar un "Do" afinado. Modulé mi voz:

- Dooóóó... - del "+" pasó al "-", y bajé el tono hasta conseguir el "OK" del afinador.

Contento como un niño con cuerdas vocales nuevas (había conseguido alcanzar, con mi misma voz, un Do redondo) continué afinando el resto de mi espectro tonal (Reeééèè, Miiìíì, Faààáá,) tarea que me hizo despertar a papá molesto, pues era sábado.
Así, dominando mi voz con la entereza de un soprano, cuando mi papá abrió la puerta, solté en Mi bemol:

- Hola pa’, llegue bien ¿Cómo estás? - (el afinador, escondido en mi chamarra, me dio su "OK").

- Has menos ruido, ya me despertaste y sabes que después ya no me puedo dormir. En serio, te vas de fiesta toda la noche, no llamas, llegas tarde, hueles a alcohol y aparte me despiertas en la madrugada…(NdE:sermón demasiado largo para escribirlo entero) - me dijo desafinando en Fa "-", según el aparato.

Tres o cuatro reclamos atonales después (cuando papá se fue a dormir), buscándole otra nueva utilidad al afinador, se me ocurrió acercármelo al pecho. Por su pantalla comprobé que los latidos de mi corazón sonaban medio semitono por debajo del Re.
Entonces, a las ocho y pico de la mañana me llamaste. Nada más descolgar el teléfono y oír tu voz me afiné por dentro.

Aqui planeaba insertar un video de la banda de una amiga...pero son tan chaffas que tienen el nombre de un videojuego, así que queda pendiente para mañana...o cunado la vea/lea de nuevo

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In a Virtual Life

>> lunes, 14 de diciembre de 2009

Esto del internet es una especie de droga, de una necesidad desesperante…¿o fue un virus que se coló en mi cabeza la última vez que me quede dormido sobre el teclado? ¿O la última vez que inicie sesión? No lo sé, pero lo que sé bien es que ahora manejo mi vida como si estuviera navegando por una red de calles con archivos adjuntos caminando por las banquetas…¿o circuitos?

Entro en la red subcibernetica del Ares y casi mando a la papelera a un archivo en formato PDF, y al teclear el “cancelar” se abre una ventana nueva que en realidad es un par de puertas, las del vagón…o código.

El avatar toma asiento a mi lado y comenzamos a chatear mientras, a través del Google Earth, llegamos a nuestro destino. En esto selecciono el videochat de mi lente derecho. El usuario parece ;-), pero luego se detiene todo (por saturación de la red, supongo) y su rostro se torna :(

Abatido por su nuevo emoticono pulso Esc, pero el sistema no responde; seguimos atascados entre M.A. de Quevedo y Copilco. No me queda otra opción que apagarme y encenderme.
Apagarme es fácil. Sólo tengo que presionar ctrl.+yugular+un tecleo fuerte en mi quijada.

Pero pierdo el conocimiento.

Unos cuantos bytes después alguien me reinicia mediante un masaje cardiaco. Abro los ojos: Es el pingüino de Linux clickeando sus aletas sobre mi torso desnudo.

Estoy vivo gracias al Software libre.

Otra transfusión DOS, y a seguir ching...andando.
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Sí, el titulo es parecido al slogan de alguna marca de Vodka que saben que me gusta...no es mera coincidencia, quiero una botella!!! y ya mero es mi cumple he! jaja.

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Recuento

>> martes, 8 de diciembre de 2009

Por alguna extraña razón, cuando fuimos pareja nuestros horarios nunca coincidieron. Pero hace una semana, después do otras cinco de haber terminado “en paz”, nuestros caminos se cruzaron en el camino a metro Copilco.

-¡Joaquín!- Escuche a mis espaldas cuando le daba una calada más al ultimo camel de la cajetilla- Si viniste.
-¿Perdón?- pregunté confundido.
-Te mande un correo esta mañana, te dije que quería verte en mi casa…bueno, en mi facultad o el metro y de ahí a mi casa.
-Karen, tú sabes que leo los correos sólo en la noche, y anoche…no estaba en casa- Sí, me había acostado con otra en un hotel de mala muerte, pero…no tiene porque enterarse, ¿no?

Hubo un silencio bastante incomodo, busque otro cigarrillo, mismo que me había fumado apenas salía de C.U. Ella fue quien prosiguió la plática

-Es cierto, pero…ya estás aquí ¿Tienes algo que hacer en la tarde? También sé que no llegas a la clase de los viernes y que no te importa mucho.
-Yo…
-Anda vamos…
-Vale, el metro es hacia allá.

Recuerdo que abordamos cuando aun había luz, que la hice prometer no morderme hasta Centro Médico, que pase a comprar una nieve de limón “made in USA”, que “jugamos” infantilmente en el piso del vagón, que llegamos a la estación Tacuba y ella me hizo bajar ahí, que la oscuridad anunciaba las 9 o 10 de la noche.

-El camión sale en la calle de atrás.
-Si, lo sé, fui en una ocasión a tu casa, ¿lo recuerdas?
-Cierto, perdón
-No importa, ven, sígueme.- Camine hacia la izquierda de la salida de la estación.
-Pero por ahí no se llega.- Replico, viendo hacia la dirección que nos llevaría a los camiones de San Pedro.
-Te dije que ya sé, no voy hacia la parada.
-¿Adonde me llevas?- Pregunto relajada, esperando a que le contestara algo que ella esperara.
-Alan me debe varios favores, que me preste un auto y te acerco a tu casa.
Ah- dijo en tono automático, frustrado.

Llegué con mi viejo amigo de la infancia. Adinerado y poderoso gracias al tráfico de ciertas sustancias ilegales, podía permitirse tener los lujos que yo sólo soñaba. Me prestó un Mini Cooper negro, él sabe que ese auto me gusta, lo que no sabe es que a ella también le gusta. Ella buscaba indicarme el camino, sólo me daba indicaciones para entrar por callejuelas solitarias, desconfié más de lo que dudaba ya.

-Es mejor por las avenidas principales, no nos perderemos.
Silencio de cuatro cuadras. Trafico a menos de vuelta de rueda a espaldas del CCH Azcapotzalco.
-Quería verte en un lugar más…intimo, por eso dije lo de mi casa, está sola.
-¿Intimo? Lo hubieras dicho antes.

Saqué de la mochila varitas de incienso de lavanda, un par de velas aromáticas en forma de gato, otra de manzana, otra en forma de corazón y las acomode en el tablero del coche, encendí todo. Una botella de Absolut se asomo por el cierre principal, junto a una charola de sushi que compre en la facultad. Baje el termostato y con el vaho de mi aliento empañe las ventanillas hasta volverlas blanquizcas. Más intimidad en el momento era imposible. Comimos y bebimos con las luces navideñas sobre nosotros y un coro nada angelical de claxons que aumentaba cada que los autos de adelante avanzaban. Alcochol de $200 sin vasos, con la botella puramente empinada.

Entonces, a unos metros de habernos incorporado a periférico, cerca de Santa Mónica me ladeo la cara y me dio un beso disfrazado de mordida en mi labio inferior.

-Te dije en el metro que te mordería- Dijo en tono provocador mientras reía a lo cual, obviamente, respondí con una mordida sobre sus dos labios. La llama de un gato se había consumido antes de hacerle mucho daño, el segundo gato, negro, estaba decapitado, la manzana…parecía que se la habían comido al revés, del centro hacia fuera, el corazón…poco a poco se separaba en dos mitades. Me salí de periférico y orille en la lateral. Antes incluso de apagar el motor, ella levanto las rodillas, se abrazo a si misma, se saco el corazón por la tráquea y me dijo:
-Quiero volver a intentarlo.
-¿Hace cuanto que no hablamos?...hablar en serio, sin tapujos, sin evasiones ni cerrando los ojos.
-Desde aquella entrada, ¿la recuerdas? – Eso me asusto, lo reconozco.
-¿Qué es lo que quieres?
-No lo sé, un abrazo, un cobijo
- Diste dos respuestas después de ese “no lo sé”. O realmente no lo sabes, y no sé como esperas que yo lo sepa; o lo sabes y no tienes el valor para decirlo, sabes bien que eso me causaba frustración y lo sigues haciendo.
- Vas empezar.
-No, ahora son sólo anécdotas más, quizá te sirvan para arreglar algo, quizá no. Quizá encuentres a alguien que se adapte a ti y no busque ayudarte a crecer. Quizá …quizá no quiero que sepas que es lo que pienso, creo o siento, para evitar que me hieras de nuevo, no abrirme el esternón a lo pendejo mientras tu juegas con un bisturí en los atrios donde habitabas.

-¡Ash!- Soltó mientras abría la portezuela y corria hacia la parada de camiones, alcance a ver que abordaba uno y que este se alejaba lentamente de donde yo estaba. De tres soplidos apague el gato decapitado, la manzana y el corazón dividido.

Lo volvió a hacer, se volvió a cerrar de corazón y de mente cuando yo planeaba hablar con el alma desnuda…ella lo pierde y ella me hiere, que en un futuro no le sorprenda que en un futuro la tome como una cosa más. “Las cicatrices se vuelven corazas” leí en el blog de un amigo de mi hermano, de un chico de CCH que dejo de escribir cuando entro a la universidad.

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I Do It (homenaje gatuno a Lennon)

"Mi rol en la sociedad, o la de cualquier artista o poeta, es intentar expresar lo que sentimos todos. No decir a la gente cómo sentirse. No como un predicador, no como un líder, sino como un reflejo de todos nosotros."
"Probablemente seré baleado por algún lunático"
John Winston Ono Lennon. (1940-1980)



Mi nombre no importa, sólo importa mi historia, sólo quiero que alguien lo sepa a 29 años de que sucediera, a casi tres décadas de que murió.

Vivía en ese entonces en Brodway Avenue, esquina con The 69 street, ¿qué mejor lugar para un dramaturgo emergente y amante de las artes? Para un inmigrante mexicano joven con ansias de vivir su sueño. Sabía que él vivía en el edificio Dakota, que quedaba a unos metros caminando del sótano donde me hospedaba. Ya sabía que él vivía con Yoko y con Sean, también que salía con el pequeño a dar una vuelta por Central Park. Sabía que había dejado todo por atender a su pequeño hijo. Sabía que tenía problemas con Yoko, pero que se rehusaba a hacerlos mayores. Era una celebridad y vivíamos estúpidamente cerca, yo era un fiel seguidor de su obra, un muchacho tímido de 23 años que añoraba platicar con el hermano Lennon. Era el año de 1980.

Ese fue el invierno más crudo de toda mi estancia en New York, no había día que no saliera con el abrigo de pana y los guantes de lana. El ocho de diciembre salí para entregarle una adaptación de Emilio Carballido a un director Rumano que quería teatro mexicano en Brodway. Eugene leyó mi adaptación, sonrió y me dio la paga inicial. Con una sonrisa en los labios, satisfacción por mi trabajo, y dinero en el bolsillo camine hacia el parque central.

La tarde comenzaba, seria cerca de las tres y media cuando llegue a las afueras del edificio Dakota. No podía creer mi suerte, yo llegaba y Lennon salía del portón del edificio, aunque tal suerte no duro demasiado. Apenas asomo las gafas por el marco de la puerta, decenas de personas que estaban en los alrededores se aglomeraron en torno a él. Yo me acerque, aunque quede a unos diez metros de John. Recuerdo claramente el ultimo, si no es que el único, autógrafo que dio. Era un “Double Fantasy”, propiedad de un chico no mayor que yo, con un par de lentes enormes, sobrepeso, vestido con una chaqueta y un sombrero, características que lo hacían ver ridículo. Al acercarme más choque con este tipo, vi en sus ojos una inocencia infantil apareada con un ansia que no logre identificar, “es sólo un fan emocionado” me dije en un pensamiento. No podía estar más equivocado.

Después de chocar con aquel muchacho me acerque a la limosina sólo para ver como Lennon y Yoko se despedían de nosotros. Un poco frustrado sólo levante la mano y sonreí ligeramente. Tenía tiempo de sobra, unos dólares en el bolsillo y la disposición a hacer todo por un autógrafo de aquel ídolo. Por lo tanto, camine a un costado de Central Park hasta llegar a un local de comida cantonesa. Comí, escribí un par de cuentillos en una servilleta, escuche música, salí del lugar y camine sin rumbo a lo largo y ancho del parque…así se fueron siete horas de mi vida. Sabía que Lennon gustaba de regresar temprano a casa, para contarle un cuento a Sean y verlo dormir. Regresé al Dakota a las diez veinte de la noche.

Prendí un cigarrillo, camine en la acera del frente, siempre bajo la luz de un farol de la calle. Entonces distinguí algo entre las sombras del edificio. Era el mismo chico obeso de la tarde. En un principio su presencia me provoco inquietud, aunque después relacione su estadía con un fanatismo típico de un seguidor empedernido de John. Volví a equivocarme.

La limosina de Lennon llego al edificio a las once menos diez de la noche. Guarde la moneda con la que me entretenía en lo que él aparecía. Yoko ya había entrado al Dakota cuando yo terminaba de cruzar la calle y aquel chico salía de su escondite.

Lo que a continuación ocurrió, duro más tiempo que el que había pasado esperando para verlo. Salté a la banqueta flanqueando un parquímetro y levante la vista cuando el muchacho grito “Señor Lennon”. Vi el arma levantarse junto a su mano. Tire él cigarrillo que tenía en los labios, grité, corrí en dirección al chico de la chaqueta para evitar que disparara, muy tarde. Para cuando llegué a su lado ya había hecho dos tiros, mismos que dieron en el hombro izquierdo de John, haciendo saltar sangre al tapete de la recepción. Mi respiración se detuvo, sentí escalofríos, intente golpear al tipo (más por defensa propia que por ayudar a Lennon). Tome el arma con la mano derecha, y por equivocación metí el dedo medio en el guardamontes, entre su dedo y el gatillo. Forcejeé con él, sin pensarlo, cerré la mano para quitarle el arma. Dos ruidos sordos más rompieron el intervalo de silencio. Un tercer y cuarto disparos salieron del cañón del revolver e impactaron en el abdomen de Lennon que cayó de frente contra una ventana del edificio.

El chico (que horas más tarde sabría su nombre: Mark David Chapman), me empujo y dio un puñetazo en la boca, perdí el equilibrio y él, arrebatándome el arma, dio otro tiro que reventó una ventana del lugar. Vi a Lennon entrando a la recepción, a Chapman caminando hacia mí con la culata del arma levantada. Me levante y corrí calle abajo, sólo corrí. En unas cuantas zancadas llegue al sótano donde vivía, cerré la puerta y me desplome tras ella. Temblaba y sudaba frío, mil voces invadieron mi mente: “Asesino a su ídolo” “Lo hizo a sangre fría” “ARTISTRA BRITANICO ASESINADO POR ARTISTA MEXICANO ¿ENVIDIA?” “No es mi hermano, él no haría eso” “El chico de lentes lo intento salvar, pero al final mato a John Lennon”… Encabezados de periódicos, fotos de revistas, imágenes de amigos y familiares desfilaron por mi cabeza. No podía respirar, me arrastre hasta la mesa de centro, todo se oscureció, comenzaba a desmayarme. Mi sistema nervioso colapso junto a mi cuerpo.

Desperté a las 12:21 de la madrugada, el llanto de todo New York fue el responsable de arrancarme del profundo sueño. Salí a la calle y vi a Eugene caminando hacía mi entrada

-Mataron a Lennon hermano.

Se soltó a llorar. Sentí nauseas y ganas de correr, un miedo atroz a un linchamiento a mitad de Brodway recorría cada célula, entonces el rumano se acomodo en mi hombro y siguió llorando. Me sorprendió que no me atacara o gritara algo como “¡Aquí está el asesino!”. No me hizo falta preguntar…mucho menos declarar lo ocurrido, el director me explico todo.

-Fue un fanático de Lennon, tiene problemas psicológicos, no ha madurado, nos quito algo muy valioso. Lo espero a la entrada del Dakota y disparo cinco balas expansivas contra John, cuatro le dieron. Una destrozo su aorta, esa bala lo mato.

Sentí una paz insoportablemente inquietantante en mi, aunque mi cabeza comenzó a llenar los espacios vacios. ¿Por qué no inculparme a mí, si yo hice tres de los disparos? ¿Por qué prefirió quedarse ahí? ¿Por qué nadie me buscaba? ¿Por qué parecía qué yo no había estado ahí? La respuesta era muy simple: Chapman no estaba dispuesto a compartir su noticia con alguien más, menos aun si ese alguien más era el verdadero causante de la muerte de John Lennon.

Los días pasaron, el mundo entero estaba en luto…¡Maldita sea! ¡Hasta Jesús estaba de luto!. Mis amigos y primos me hablaron desde México para preguntarme que sabía. En cada llamada se me formaba un nudo en la garganta que me impedía hablar. El diez de diciembre quemaron su cuerpo, en la noche de ese día yo quemaba mi garganta en algún bar de mala muerte del Bronx. Seguí trabajando, seguí creciendo, y seguí bebiendo cada 8 de diciembre en su nombre…hasta el día de hoy, que cuento por primera vez que paso esa noche fría de diciembre, en la ciudad de Nueva York, entre el edificio Dakota y el Central Park.

¿Que hicieron estudios al arma y no aparecían mus huellas dactilares? Recuerda que ese invierno había sido muy crudo, que nunca me sacaba los guantes de lana ni el abrigo de pana. Que el recepcionista estaba hablando con Yoko y que la calle estaba vacía. Que Chapman buscaba protagonismo y que yo no debía estar ahí en ese momento…


Para quien no lo sepa (que espero no sean muchos) hoy se cumplen 29 años del deceso de John Lennon a manos de David Chapman. Este es una especie de homenaje realmente extraño, con mi firma incluida, espero les guste, y una aclaración importante: ESTO NO FUE LO QUE OCURRIO. Sin más por el momento, me retiro.

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>> sábado, 5 de diciembre de 2009

Tú sólo escribe mi corazón de grafito,
que sé que lo que salga de tu sangre de tinta
sera digno de ser recordado por tu fanática número uno.
-:-Tessaiel/Teresa-:-



Gracias pequeña, almenos así me impulsan a seguir escribiendo, ya que no es tan en vano, aunque los comentarios sean escasos

Dejé de saber de ella desde hace poco más de un año, cuando supe, por cortesía de Hi5, que se había encontrado un novio mucho más guapo, más responsable y más monógamo que yo. Nada más enterarme, en un estúpido arranque de celos estúpidos e irracionales, borré su cuenta de mi lista de amigos.

Se llamab… se llama Patricia. Tenía (almenos en nuestro tiempo) la piel apiñonada, suave, despierta y feliz. Tenía un lunar a un lado de la nuca, una manchita oculta debajo del tirante del bra (recuerdo que una noche despertó cuando intentaba robárselo), y las cejas más simétricas que he visto en mi vida.

Nos dimos el primer beso en junio del 2007 y el último en octubre o noviembre del mismo año. El último mes incluso llegué a tener mi propio cepillo de dientes en su cuarto de baño y un paquete de “goma” de reserva en el segundo cajón de su mesita de noche.

Nos prometimos amor eterno, pero la eternidad duró mucho menos de lo esperado.

Por aquel entonces yo vivía obsesionado con mi novela. Escribía de día y de noche, a cualquier hora. En cuanto me asaltaba alguna idea más o menos buena, lo dejaba todo y corría al cuaderno a teclear las palabras o a la computadora a garabatear mis ideas. Reconozco que esta obsesión mía no fue fácil de digerir para ella.

Un día, Patricia se despertó pero yo no estaba. Tras buscarme por toda la casa me encontró en la azotea, sentado en el tanque de gas con la lap sobre las piernas, titiritando de frio aquella mañana de octubre o noviembre. Se acercó y, cerrándome con furia la pantalla me dijo:

- O tu novela, o yo.

Y ahí se jodio todo.

____________________________________________________________________________

Cuento esto porque ayer se subió al metro un tipo más guapo, más responsable y más monógamo que yo. Antes incluso de darme tiempo a apagar el reproductor de música, me miro sobre el hombro de un contador y me dijo:

- ¿Eres Jean? ¿Jean Macías?
- Sí - respondí.
- ¿El ex de Patricia Fonseca?
- Amm... sí.

Y sin más, tacleando al hombre que nos separaba, se abalanzo sobre mí y me dio un puñetazo en la cara. Cuando intenté reaccionar ya había corrido y las puertas del metro se cerraban frente a mi adolorido rostro.

Ahora tengo un labio hinchado (como haciendo berrinche, como molesto), una sonrisa en la parte intacta de la boca (que convierte mi cara en un cuadro digno de Van Gogh), y una certeza: Patricia, dos años después de aquello, se sigue acordando de mí =).

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como aquella mujer...

>> miércoles, 2 de diciembre de 2009

En verdad quiero a esa mujer. Me tiene idiota: chocando contra autos estacionados, perdiendo el autobús que espera cinco minutos a que lo aborde, comiendo cada tres días, escribiendo su nombre en cada reporte de valoración de pH…durmiendo en el extremo izquierdo de la cama, dejando el derecho para la proyección de su cuerpo que mi cabeza maquila.

Pero también hay algo que quiero.

Joaquín cantaba hace un tiempo “…siempre tuvo la frente muy alta, la lengua muy larga y la falda…muy corta.”, definición que encaja perfectamente con su forma de ser. Quiero que, en lugar de tener la frente tan alta como hasta ahora, la baje. Que cambie su lengua tan larga por una que hable menos y con tono más respetuoso. Y, por supuesto, bajarle la falda que lleva tan corta.

Con una ching…Yuri!!! Ponte a estudiar wey!!!

....

Ya le bajaras la falda otro día XD

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La vi y me vio, sonrió y sonreí. Sentí un golpe en el pecho, después, electricidad que bajo a mis pies y subió a mi cabeza. Cuando me percate que no había caído muerto…supe que no era un infarto.

Escrito en el metro, despues de que una musa desconocida me viese y sonriera...lo de mas, es otra historia.

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Mom...I see...

>> martes, 1 de diciembre de 2009

...Yellow Rockers!

Jaja, unos cuantos de los cameos musicales en una de mis series favoritas. Hablando de musica...en unas horas, tocada de los fabulosos!!!

Huuu...imaginen a Lisa haciendole segunda a Vicentico...

Ja, me largo a la escuela, que ya se me hizo tarde, nos leemos luego.

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Visitantes de otra jungla

Welcome To the Jungle

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