Irracionalidad no. 2
>> sábado, 15 de agosto de 2009
Mi vida ha cambiado, he perdido cualquier indicio de que era un ser social, cultural y creo que alguno de mi estado mental. Tiene 21 días que sentí por última vez tu mano, helada en ese momento, acariciando mi mejilla derecha, mientras tus ojos vidriosos me miraban y se cerraban. ¿Por qué me dijiste que querías el fin? ¿En que falle? ¿Qué cosa no te di o te di de más? ¿No basto darte mi vida? ¿Por qué no te asfíxiate rápido?
Me tiro en medio quince gramos de cannabis, esperando ahogarme entre alucinaciones y psicodelia inducida, pero me esperas entre nubes azures. Ahí, entre mis malditas pesadillas, con hilillos de sangre en las comisuras de los labios; ahí, junto al cuyo que lancé por la ventana cuando me mordió a los ocho años; ahí, junto al pequeño Jesús que perdió la vista por un accidente que cometí con gusto; ahí, junto a mi padrastro y el cable de luz; ahí junto a mi madre ebria tirada en el porche de la casa; ahí, junto a mi cuerpo pululante de sangre y gusanos.
Me dijiste que no, que te aterraba, que por favor te dejara y olvidara que tuvimos algo en un tiempo. ¿No te diste cuenta que pedias lo imposible? Dependo de ti, de tu aroma, de tu presencia, completamente de ti. Por ello es que me dolió en el alma dejarte ahí tirada, debajo de un puente, mientras tu calor vital se dispersaba en aquella noche de agosto. Recuerdo que no gritaste, que solo pediste que te soltara cuando, entre lágrimas, te arrinconé contra el pilar de la estación, cuando exigí que no me dejaras. Busque tus labios, me los negaste, me enfade y rodee con las manos tú cuello…la presión no tardo en amoratar tus facciones. Si hiciste poco por salvarte o mi desesperación hacia que apretara más, sigo sin saberlo.
Lo único que se es que te extraño, que me detesto, y que tu silueta sale del noticiero de las 10:30 y se acuesta a mi lado, sin decir nada, mientras busco 300mg de heroína, y una jeringa para buscarte…en lo que quiera que siga.