...es ese puercoespín lleno de púas y suaves pliegues. Carajo, estaba enamorado del DF. Otro amor imposible a la lista.Una ciudad para querer, para querer locamente. En arrebatos...
-Hector Belascoarán Shayne-

De divanes, pezones...perdones

>> miércoles, 23 de diciembre de 2009

Ayer, en la mañana y en el hospital vi a mi antigua psiquitra. Por estas fechas, el año pasado, estaba sentado frente a ella ignorandola levemente "Ese muchacho tiene problemas con las figuras de autoridad, las reta demasiado, bla bla bla". No pude evitar escribir algo al respecto.
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Si me dices que el estornudo de un koala huele a eucalipto, ¿tengo que creerte?

Si te digo que soy claustrofóbico de mi mismo cuerpo, ¿tengo que creerme?

Si te creo más grande que yo, ¿tengo que crecerme?

Me hablas para que yo te hable. (Preguntas/Contesto a veces al revés). Tomas notas en un lenguaje distinto al mío. Te metes en mi cabeza cuando quieres y aprietas todos los botones con guantes de látex.

Cruzo las piernas como sólo saben cruzarlas los monjes del Tibet (y yo). A través de la mesa de cristal escribes mis gestos en folios blancos y alineados. Todo está limpio. El consultorio de un psiquiatra es el lugar más aséptico del mundo. Me miras y sueltas la pluma. Fijo la vista en tu escote. Para vivir de un diván tienes un par de pechos estupendos.

- ¿En qué piensas? - me preguntas.

- En koalas - te miento.

De repente estornudas y de tu boca sale volando un chicle que acaba pegado en una pluma de mi atrapa-sueños (de hoy en adelante se llamará atrapa-chicles también). Lo tomo, es de eucalipto.

- Perdón - me dices tomándolo de mi mano.

- ¿Pezón? ¿qué pezón? - suelto extrañado.

- He dicho "perdón". ¿Por qué has entendido "pezón"?, ¿en qué estabas pensando realmente, David?

- Anoche soñé que era un faquir tumbado en una cama de pezones.

- Te lo estás inventando. Acabas de morderte el labio.

- No te soporto.

(Silencio)

- Se está acabando tu tiempo por hoy. ¿Alguna cosa más?

- Sí. Últimamente me siento desproporcionado.

- Bien. Prosigue - me dices cogiendo de nuevo la pluma. Escribes.

- Mi carcasa nunca se amolda a mi maquinaria. O me siento grande por dentro y me
aprieta la piel, o me siento pequeño y me sobra pellejo. En cualquier caso creo que sufro de "claustrofobia corporal". ¿Eso existe?

- Ya son las ocho.
Saco de la cartera un billete de quinientos pesos y un par de cien, los dejo sobre la mesa y me levanto.

- Hasta el viernes, David. ¡Felices fiestas!

- Sí, claro.

1 comentarios:

Arioria Yerathel Manakel 24 de diciembre de 2009, 0:13  

Esperando a una persona que no llega,
Ya es la media noche, y creo que... solo una cosa debo decir...

Que te la pases biennnnnnnnnnnnnnn Yuri en estas navidad y año nuevo, y si no te gusta la navidad, entonces hay que ser grich, yeah.

PD. Yo ni una mendiga psiquiatra, me tengo que curar solo :( wwwaaaaaa

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