...es ese puercoespín lleno de púas y suaves pliegues. Carajo, estaba enamorado del DF. Otro amor imposible a la lista.Una ciudad para querer, para querer locamente. En arrebatos...
-Hector Belascoarán Shayne-

Prostitución intelectual

>> miércoles, 29 de junio de 2011

“ADVERTENCIA: Post escrito con los huevos…bueno, no tan literal.”

Imagina que en una visita rutinaria a Facebook, entre las actualizaciones de fotos, notas el escultural cuerpo de tu compañera de bachillerato en su nueva fotografía de perfil. Abres la imagen, para verla en su total y digital extensión. No tardas en divisar que en su seno derecho, sobre el cuello amplio de la blusa, destaca cierto colorcillo pardo interesante (o rosado, o beige, o rojizo, o con un ligero contorno… cualquier color de la amplia variedad de matices carnales que puede haber de pezones femeninos). Abres los ojos impresionado, y sin poderlo negar, excitado.

Como cualquier muchacho con pudor hipócrita, bajas la página para leer los comentarios escritos por otros usuarios, la variedad de idioteces escritas (más amplia aún que la de las propias tonalidades de aureolas), te aturde un segundo: “Uy mami, espero una donde esa playerita esté en el suelo”, “Que pezón tan bonito, ******”, “Invítame a tu cuarto, digo, pa’ tomate yo las fotos y lo que tú quieras” “Mi reina estás bien chula”, “Bonita“, y el nunca faltante “¡¡¡Mamacita!!!” (Ortografía corregida para protección de sus ojos). Entonces, entre los últimos comentarios, uno te llama la atención porque está bien escrito y porque es…diferente.

Blancura celestial que cobija tu desnudes carnal, blancura que palidece junto a la sangre dadora de vida que recorre tu imperfecta humanidad. Cabellos oscuros como mis más bajas pasiones y libres como alabanzas en el alma de Vayu. Ojos de gata en una noche de tormenta, ojos de mujer fatal que cobrarán mi vida una noche de mayo.  Curvas, pliegues y aristas que dan esperanzas a mis sueños y que me permiten despertar con tu nombre en el aliento. Murmullo de hojas que me anima a escribir esto para ti hoy, con la esperanza de encontrar tu gracia envuelta en rocío gélido.

El interés aumenta aún más cuando, al término de unas horas, es el único comentario con un “Me Gusta” de la chica y que los otros han sido eliminados. Te acercas a ella y le haces la plática, virtualmente claro está. Te enteras del chico, que es un poeta mayor que los dos, que es un buen mozo y es agradable, que quizá le gusta a ella. Expresas molestia y ella ya no responde. Entonces, valiéndote de las experiencias que el tiempo de conocerla ha dejado, decides escribir en esa foto un recuerdo sepia sobre su sonrisa (a ver qué pasa). En unos minutos tienes una invitación de amistad del muchacho poeta y un inbox.  “Ella es mía, quién te crees para cortejarla pobre mediocre pendejo?”. Aceptas la invitación y revisas el perfil, por insana curiosidad y por un sesgo de competencia que el tipo ha iniciado con su mensaje.

Entonces observas a la bestia en su madriguera. Desempleado, mal hablado, bebedor, que se expresa de una forma con sus contactos mujeres y  de otra muy diferente con los varones, que agrede y transgrede a quien él guste. Un hombre no ejemplar, un falso caballero. Revisas sus comentarios en otros muros y fotos, y te das cuenta que ha escrito textos muy parecidos a, por lo menos, cuatro chicas más. Te da risa. En una charla con tu persona, llegas a la conclusión de que se trata de prostitución intelectual. Conseguir mujeres usando filosofía barata (Como lo decía uno de tus mejores amigos, molesto con aquel profesor de Filosofía que quería cogerse a su novia).

Decides no decirle nada a tu amiga, esperando que se dé cuenta por sí misma. Pasa el tiempo y por las actualizaciones te enteras de que él tiene una relación con una chica, te alivia saber que no se trata de ella. Ahora quien te busca en el chat es ella, pidiendo una disculpa y diciéndote que vió el engaño de forma tardía. Que se embriagó con las lindas palabras, pero que detrás no había lo que él prometía. Que si querrías salir con ella algún día.

La moneda al aire. La sencillez al escribir. La tranquilidad en la piel. 

La inspiración corre a cargo de una contacto intelectualoide de facebook, y sus fotos sugerentes.

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Diecinueve

>> miércoles, 8 de junio de 2011

¿Qué implica madurar?

¿El paso de los años? ¿La experiencia? ¿Tener un hijo a los 17? ¿Fallar un suicidio? ¿Trabajar? ¿Matar a alguien? ¿Casarte?

¿Qué pasó con el tipo despreocupado e idiota que vivía aquí hace tres o cuatro años? Ya no piensas en morir joven cual estrella de rock. Te preocupas por responsabilidades que ya has adquirido con familiares, amigos y compañeros. Te preocupas por llegar temprano al trabajo que te permite tener dinero para gastar en la pendejada número uno que viste en la plaza comercial. Te emborrachas sin perderte dos o tres veces al semestre. Ya no te preocupas por estar arreglado (o desarreglado, depende del look) para atraer chicas a la cama de un hotel, de tu cuarto o del campo de prácticas. Ya tienes una enfermedad que te ha mermado, una cicatriz de una bobería hecha en tu pasado. Te duelen los golpes recibidos por años. Piensas antes de saltar. Miras pasar los coches a toda velocidad, y te detienes a medir el riesgo de cruzar corriendo la avenida, en lugar de despegar los pies del suelo para aterrizarlos en la acera de en frente. Piensas en que un descontón puede descontarte en seguida. Ya no te acuestas con cualquiera. Te cuidas ¿Ya no vives?

Pero eres feliz, tranquilamente feliz rodeado de libros, nombres en latín, un puñado de amigos, música y charlas sinsentido ambientadas en universos creados por ti y otros en sus respectivas psiques.

Pero volteas a un lado y ves a tus compañeros del bachillerato y ellos siguen en el descontrol. Cuando a las dos de la mañana prendes el computador te enteras de que la fiesta fue lo mejor, que ella está embarazada, que ellos se perdieron la clase de animales y la fiesta (y que llegaron al otro día con la mismas ropas puestas, pero esa es otra historia), que sólo tú y tu alma están en casa a esa hora. ¿Acaso es que te volviste aburrido? ¿Encajas en la joven sociedad universitaria? ¿Si no lo hicieras, te importaría?

Encajas en un par de círculos donde tú eres tanto o más extraño que ellos. Y te sientes extraño, porque tú fumas y tomas, y ellos no. Te ven con cara de asombro cada vez que enciendes un cigarrillo negro que huele a marinada, procuras alejarte de ellos pero se te acercan, los intentas persuadir de que no te sigan y y cuentas contras de ese asqueroso humo que te sabe a gloria. Te retiras, no quieres afectarlos y te vas. Buscas esa soledad que tú y pocos entienden. Recibes llamadas, un par sobre fiestas, mientes y dices que ese día estarás ocupado. ¿No encajas o no quieres encajar? ¿Es muy lejos y te cansa ir? ¿Eres muy bueno para ellos? ¿O eres muy mediocre para ellos?

Pero te aburres de escribir, te recuestas en la cama y extiendes el brazo derecho hasta dar con el libro de pasta dura y desgastada. Despejas la mente y dejas que el fanatismo por Lovecraft retome tu cuerpo marchito, para que el caos reptante te levante más tarde de las cenizas de un bachiller desastroso acabado (con la boba esperanza de renacer en algo mejor...claro, si no me vuelvo loco antes).

PD: Anónima (ex-Anónimo), no sabía que lo había hecho un juego del que participaba sin avisarte y de que tú participaste sin decírmelo. No me llevo una desilusión, tus comentarios tienen la importancia debida, así que tú no se la restes (sólo se me hizo curioso que alguien que no estuviese en mis círculos me leyera, mi blog inició con visitas mías y de amigos cercanos). Por cierto, un errorcillo tuyo me dio la pista, te reto a que camines hacia atrás y me digas cual fué. Saludos

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Visitantes de otra jungla

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