...es ese puercoespín lleno de púas y suaves pliegues. Carajo, estaba enamorado del DF. Otro amor imposible a la lista.Una ciudad para querer, para querer locamente. En arrebatos...
-Hector Belascoarán Shayne-

Invierno Anterosuperior

>> miércoles, 20 de enero de 2010

Estaciones de Tlalpan, monotonía en la vida, tristeza y pesadez en los ojos de tus compañeros de viaje. Observas el reloj de pulsera que ella te regalo cuando se amaban, cuando el verse era sinónimo de emoción y tranquilidad, cuando esta carrera valía la pena.

-¡Mierda!- 15:13, hace trece minutos debías estar en la terminal del metro, y aun te falta más de la mitad del recorrido en el tren ligero, suspiras, hechas la cabeza hacia atrás. ¿Por qué vas? Ya no sientes nada, no te mientas, hazlo con ella si quieres, pero no contigo.

¿Que es sólo sexo?...más te vale.

Matas el sonido del tren sobre los rieles con el iPod y el nuevo disco de Trovador que fueron a ver juntos, te pierdes en sus letras, piensas en otra…piensas en otra…¡Bien! ese es un paso, el siguiente…disfrutar de la piel sin involucrar químicos que no sean semen y fluidos vaginales. Todo fuera de tu cuerpo y no dentro de tu cabeza, nada de feeling, nada de sentimientos, quizá un “Te amo” fingido. Mentiras despiadadas, camuflajeadas entre besos.

Llegas a las tres veintinueve de la tarde, ella te espera bajo el reloj de la estación, te acercas y sonríe, le sonríes al piso. Estas a punto de detener el reproductor pero un impulso te detiene “que piense que aun le importas, no detengas el iPod, no te quites los audífonos”, te impulso a pensar, se levanta y te besa…se nota triste ¿importa?. “Que espere que una de esas canciones está dirigida a ella, que aun le importas, miente sin hablar”. Ella cae en mi trampa, cierra los ojos mientras termina el beso, observa los audífonos, te quita el izquierdo y te mira a los ojos, (no sientes nada…¡Bien!).

-¡Fernando Delgadillo!- Dice con el entusiasmo que se aferra dentro de ella, la esperanza de que aun la quieras- Este disco no lo conozco, ¿es nuevo?
-Si…Desde La Isla Del Olvido lo compre en…-¡Ja! “Olvido”…esto del destino es gracioso-…plaza Universidad- si, cuando saliste con Dafne…mmm...eso no se lo digas.
-¿Me lo prestas un día?
-Seguro- eso no es mentira, solo… no sé, pero no es una mentira.

Te toma de la mano, te aprieta, tú no lo haces. Caminas esbozando una sonrisa falsa hacia las puertas del metro, entran y la besas. Se sonríe, acaricias su mejilla, la despeinas y cierras los ojos, quisieras que todo este teatro termine cuando abras los parpados, que ya estén en un hotel, desnudos y en extremos opuestos de la cama…o de la habitación si es posible, pero todo tiene un precio, no siempre monetario, un balance en el intercambio.

El precio de hoy es una salida al parque. Te guía de la mano y busca tus labios, se topa con una carcasa automática, que aun así besa bien. Juegan, ligeramente pesado, no necesitas el cinturón para sujetar los pantalones tan ceñidos. Se queja con el primer golpe, se apena pero aun así ríe, te besa. Da gracia como intenta hacerte daño, sangras pero no duele, el dolor físico no llega a ser tanto como el interno. Pasan cuatro horas, son las 19:32. Mientras rasguña tu espalda lames su cuello, se excita, discretamente cuelas una mano bajo su blusa, se mueve, le gusta

-Vamos- dices y te levantas con un dolor en la zona baja del vientre.
-A un…-no lo dice, le apena.
-…Hotel- terminas la frase.

Caminan hacia la avenida y ven un hotel de tres estrellas, y con un rotulo en la fachada que anuncia una promoción “Noche $350, Televisión por cable, Jacuzzi, cama masajeadora, espejos en un costado”. Lo señalas con los ojos, te vuelve a besar y apretar la mano, entran, pagas, suben al tercer piso, al cuarto 312.
La recompensa llego, el producto adquirido.
Tiempo muerto.

Tres de la mañana, terminan en un estruendoso grito, caes rendido a su lado, te vuelve a besar (parece una extraña costumbre, ¿no? tomando en cuenta que sólo es una “amiga”). Acaricias su cabeza “pobre niña ingenua” piensas. Cierras los ojos, ella se recuesta sobre tu pecho buscando el latir de tu corazón, esperando ser ella quien lo impulsa a moverse. Ella no lo sabe, pero hace meses que te abriste el esternón con un hacha, que sacaste el corazón, lo lanzaste por la ventana para que se lo tragaran los perros y anudaste las arterias para no morir por una hemorragia interna.

La noche es fría, el invierno más extraño que has visto en tu corta vida, el viento gélido se cuela por una ventana rota y se anida en la cama. Ella tiembla, no por la corriente helada, sino por el invierno crudo que ahora es tu interior.

1 comentarios:

MmSkrtt 20 de enero de 2010, 22:19  
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