...es ese puercoespín lleno de púas y suaves pliegues. Carajo, estaba enamorado del DF. Otro amor imposible a la lista.Una ciudad para querer, para querer locamente. En arrebatos...
-Hector Belascoarán Shayne-

Andén

>> martes, 28 de julio de 2009

Recuerdo la historia y un escalofrió me recorre la espalda, en mi boca siento el sabor a oxido de su sangre y vuelvo a escuchar el golpe sordo con el que abandono este mundo.

El día había sido peculiar, reprobaba mi primer parcial de química en la facultad, el día del pago de la renta había llegado y no tenía un mísero centavo, no había dormido en lo que va de la semana, del amor mejor ni hablemos. Pero es entonces cuando una fuerza mayor te enseña, con métodos poco ortodoxos, que tu vida no es tan mala como tú insistes, y que hay gente cuya vida aspira a convertirse en su propio infierno terrenal.

Eran casi las once de la noche, caminaba a lo largo de la estación Hidalgo, en la línea 3, preguntándome como iba a pagar el alquiler de este mes sin un solo peso en la bolsa. Me senté en la orilla del pasillo al final del corredor, solo entre decenas de personas que se miraban sin observarse, entonces fue cuando llego. Era un hombre delgado, de no más de veinticinco años, cubierto de tobillos a cuello por una gabardina beige varias tallas mayor a la suya y un soplo de tristeza sobre esta, el chico se sentó a mi lado.

No digas nada, solo escúchame, no te vayas, por favor, no serán más de cinco minutos…
Voltee para buscar su rostro, (costumbre propia de los capitalinos, por aquello de la inseguridad) pero estaba cubierto por una palestina negra y un sombrero de copa. Si fuese un criminal no haría nada frente a tanta gente, y está lo suficientemente lejos para reaccionar si decide hacer algo. Decidí escucharlo, ¿qué más da? Un minuto más o uno de menos mientras llega el metro a la estación.

Dudo que me haya querido en algún momento, te juro que yo aun la amo con cada célula de mi cuerpo. Pero ella solo jugó conmigo, apenas estaba interesada en mi o mi vida, no quería nada duradero. Así se llevo casi dos años de mi vida. Ahora veo que cada “te amo” estaban tan vacios como el tonto que habla ahora a tu izquierda. Después de mi ya la esperaba otro, ¿sabes?, me lo dijo Ismael(¿Ismael? Pero si ese es mi nombre), un estudiante de arquitectura que le hablo bonito y al oído, como yo al principio. Y pensar que lloro cuando me dejo, o al menos lo fingió, pero…se veía un verdadero dolor en sus ojos, lo juro. Miente demasiado bien.

El número de personas en el andén disminuía a cada frase de mi atormentado emisor, dos trenes habían llegado y abandonado ya la estación, pero yo seguía ahí, abrazándome las rodillas, escuchando.

Deje mi trabajo por ella, era contador en Devlin, ganaba bien, muy bien. Ella tenía un problema respiratorio…no recuerdo el nombre, pero sus pulmones se estaban llenando de liquido, no tenia seguro y urgía una operación para sacarlo. Así que pedí mi liquidación, un cheque firmado a mi nombre con 100 de los grandes, la mayor parte fue a parar en la intervención, el resto se fue yendo con cada visita y capricho después del alta. De eso a la fecha cuentan ya tres meses.

Y hoy en la mañana la vi, ahí en el café de Bellas Artes que frecuentábamos tanto, me senté y lo soltó sin verme a la cara: “No puedo seguir, por favor déjame libre”.
A los cinco minutos de un silencio sepulcral se levanto y salió del local, dejándome perdido entre la espuma de media taza de café cappuccino… Así, acompañada por el tintineo de la campanita de la puerta, se fue la mujer a la que aun amo, llevándose casi dos años de mi vida en el rímel corrido…

Sé que iba a continuar, pero su voz se corto en la última frase. El quinto convoy naranja se veía en la boca del túnel. El chico se levanto y me extendió una cartera marrón, la cual tome un tanto extrañado. Me incorpore y seguí al muchacho para improvisar algunas palabras de consuelo, y regalarle con ellas algo de paz.

Fue entonces, cuando me faltaban unos pasos para llegar a él y al ten unos metros para estar frente a nosotros, que salto hacia las vías. El tiempo pareció detenerse, vi la gabardina ondearse en el aire, su cuerpo suspendido frente a la cabina del conductor, y el sombrero saltando de su cabeza. Una milésima de segundo después llegaba a mis oídos el golpe de lleno que recibió. Aun tenía yo la mano extendida que pensaba posar sobre su hombro cuando la sangre salpico sobre mi.

Entonces se desato el pandemonio: las personas lloraban y gritaban histéricas, una mujer mayor cayó desmayada junto a mis tenis, ahora manchados de sangre y con carne remolida. Yo seguía con la mirada perdida, con la mano extendida y la cartera bajo el brazo. En menos de cinco segundos llego una cuadrilla de policías para restaurar el orden. Alguien les dijo que yo estaba hablando con él antes de que se lanzara, y me llevaron al Ministerio Publico para declarar. Había olvidado ya la cartera, que solo eche al morral cuando me transportaban en la patrulla. Dije todo lo que sabía, que no conocía al hombre y que había llegado a hablar conmigo, que la decadencia de su vida lo había llevado a cometer suicidio. Me dejaron lavarme en la delegación y, al ver que no sabía más que ellos, dejaron que me fuera a casa.

Al llegar tire el morral al sillón, con tan mala puntería que reboto y todo su contenido se fue al suelo, incluyendo la cartera marrón que había recibido esta noche. La recogí y me senté en el sofá, al abrirla una pequeña nota amarillenta cayó
al suelo, la levante para leerla:

“Si estás leyendo esto es porque ahora estoy muerto. No te conozco y jamás te llegare a conocer, pero eres la persona que me brindo su hombro en mis últimos momentos. No busqué hablar contigo para evitar lo que hice, sino para irme tranquilo, sabiendo que alguien conocería mi historia, te lo agradezco infinitamente.
PD: La cartera es un regalo, por las molestias que te cometí, espero te sea útil”

Al abrir la cartera un fajo grande de billetes se asomo, los conté: 7,200 pesos en billetes de $200. El dinero esta en la mesa de centro, junto a mi bata manchada de sangre, frente a las incertidumbre de usarlo o no para cualquier cosa.

Recuerdo la historia y un escalofrió me recorre la espalda…

4 comentarios:

shaka 2 de agosto de 2009, 22:15  

hola yuri sabes a mi me gustaba leer tus cronica cchras y hoy me gusto mucho esta entrada y que buena historia con decirte que hasta me la crei bueno bye cuidate y hasta pronto......

Luisa Victoria Garcia 6 de agosto de 2009, 19:33  

bueno antes que nada felicidades por esta nueva etapa de tu vida esta historia me hizo reflexionar una vez mas sobre la diversas conductas humanas los mejor de tus historias es con que facilidad logras transmitirnos tantas emociones gracias por darnos la oportunidad de seguir disfrutando de tus historias en este nuevo blog cuidate mucho¡¡¡ y ya sabes los demas oki

Luisa Victoria Garcia 6 de agosto de 2009, 19:33  
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Luisa Victoria Garcia 6 de agosto de 2009, 19:33  
Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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