...es ese puercoespín lleno de púas y suaves pliegues. Carajo, estaba enamorado del DF. Otro amor imposible a la lista.Una ciudad para querer, para querer locamente. En arrebatos...
-Hector Belascoarán Shayne-

Cojera

>> jueves, 5 de abril de 2012

“No mames wey, esa es mi exnovia. ¡Auch!”, soltó aquel compañero de clase con quién debía entregar un trabajo. Una vez repuesto de esas palabras, voltee a ver a la chica en cuestión. Ella caminaba frente a nosotros, sobre la calle de Filosofía y Letras. Iba sola pero contenta, sin preocupaciones, con un café del Starbucks en mano y los audífonos puestos, metida en su música, cantando y sonriendo a la vez. Su andar era tranquilo, sin rumbo fijo o quizá con un rumbo pero sin prisa, disfrutando paso a paso el sol de primavera, de los anónimos corriendo al rededor, del momento.
Mi compañero se detuvo petrificado de dolor. Ese dolor de una ruptura reciente, de seguro. Pero también por verla contenta y despreocupada, independiente. Cuando termina un amor de los que marcan, florece ese falso confort que vive en la idea de que la parte contraria cojea igual que cojean los recién mutilados (nosotros), y que va a cojear o arrastrarse por un buen rato. Entre más, mejor. Triste y desorientada por la falta repentina de su punto de apoyo. Nos tranquiliza saber que estará hecha mierda, sin levantar cabeza, llorando por las esquinas de nuestra ausencia, como ancladas en un pasado, obsesionadas por esa herida que escuece, víctimas de un súbito bloqueo. Y ese deseo es sin duda irracional, tampoco queremos que sufra porque seguimos amándola aunque ya no sea nada.
Y ahí, la razón de que ese “¡auch!”(signo inequivoco de dolor) escapara. Que no pudiera evitar decirle “¡auch!” al chico con el que debía redactar un trabajo de E. gibbiflora, a mí, sin conocerme.
“Supongo que duele”, pensé. Ella era guapa pero nunca más será ”su” guapa. Ni podrá volver a besar su cuello suave, ni contar los lunares que pueblan su piel blanca, ni a compartir la música que ella escucha (¿Serrat, Santana, The Who, Foster The People?), ni a beber de su mismo café.
-¿Qué café le gusta?-Pregunté, por decir algo.
-Expresso con leche, vainilla y caramelo- me dijo. Y rompió a llorar.
Caminó lentamente mientras  me decía que terminaríamos el trabajo por internet. Vi como caminaba hacia el metro cabizbajo, desorientado, mutilado. Poniéndose los audífonos para aparentar y pasando junto a ella, sin tocarla. A pesar de la vida que ella irradiaba, el andar del chico y la historia conocida, hacía que la estampa se tornara triste…patética, hasta cierto punto.
Caminé en dirección contraría, pasé Eje 10 y Avenida universidad dándole vueltas a su  historia. Hasta que en Quevedo, decidí  ir al Starbucks. Pedí un expresso con leche, vainilla y caramelo.
Una delicia, como ella.

2 comentarios:

Yael 10 de abril de 2012, 21:36  

Agradeciendo que vuelvas por estos rumbos; genial, como siempre!

Daniel Martínez 18 de agosto de 2012, 11:12  

Aún escribe (aquí)... quien lo diría ;)

Visitantes de otra jungla

Welcome To the Jungle

  © Blogger templates Romantico by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP